miércoles, 14 de diciembre de 2011

Un imprevisto

Apenas un par de días llevaba en casa cuando abrí el correo y vi que dos días después (hoy) volvería a coger un avión. Acabo de llegar a Lisboa. Para introducir un poco de variedad en mi tourné, ha llovido hace muy poquito, las calles están mojadas y bajo los árboles aún llueve. Es difícil darse cuenta de que he cruzado la frontera: nadie ha mirado mi pasaporte cuando he llegado, hay anuncios del Corte Inglés por todas partes y llevaba el cambio justo en mi monedero para pagar el autobús, sin cambios, sin comisiones, sin líos.

A veces me da la sensación de que mi vida es un chiste mal contado… Guiño

domingo, 4 de diciembre de 2011

Y en Londres hace un frío que pela

Ya estoy en tierras europeas. He asomado la nariz al aire inglés por un minuto y se me ha quedado tiesa, y eso que me he puesto tantas capas como tenía disponibles en la mochila.

A pesar del retraso inicial por una disconformidad en el papeleo de la que no nos han dado detalles, hemos llegado poco después de la hora prevista (hemos debido quemar un poco más de combustible del acostumbrado). El paso por inmigración ha sido bastante rápido, imagino que ayudado por el hecho de que no eran ni las seis de la mañana. Como el mundo es muy pequeño y el calendario no parece tener suficientes días, da la casualidad de que una amiga de mis tiempos en la isla sale de esta misma terminal dentro de unas horas, así que me he sentado junto a las ventanillas de facturación, entre los que esperan para iniciar su viaje, para esperarla y desayunar con ella antes de irme a Cambridge.

Hace más de dos años, desde el verano de 2009, que no piso esa pequeña ciudad que alberga una de las mejores universidades del mundo desde hace la friolera de ochocientos años. Hace más de tres años, desde finales del verano de 2008 si no recuerdo mal, que no nos reunimos los que estos días nos vamos a juntar alrededor del río Cam. Dejar África, a pesar del cansancio acumulado, se hace difícil de asimilar – tiempo habrá de ver cuánta cola trae este viaje – pero la perspectiva de encontrar a tan queridos amigos ha suavizado enormemente el salto. Hace cuatro días lidiaba con los cortes en el suministro eléctrico que son tan rutinarios en Jinja y me agarraba a los barrotes de la camioneta que nos transportaba a la escuela a pintar paredes para unos niños que no han visto un ordenador en su vida. Ahora mismo estoy rodeada de terminales de auto-facturación, monitores de información y paneles de anuncios con más iluminación artificial de la que ven todas las calles de Jinja juntas cualquier noche del año, en la calle a mis espaldas los taxis de alta gama dejan a los pasajeros que se pueden permitir ese lujo y en el piso de abajo los que no tienen o quieren gastarse tanto parné pueden elegir entre metro, tren y autobús, todos ellos dotados con niveles de calidad y comodidad con los que ni siquiera sueñan en las latitudes que me hospedaban hasta ayer. Como decía, un salto.

Es Navidad en Heathrow y me envuelve un agradable sentimiento de familiaridad. Se está comodo y, más allá de mantener el equipaje cerca para que los de seguridad no declaren el estado de alarma, no hay que preocuparse mucho de los trastos. En momentos como este siempre me vienen a la cabeza las palabras de una amiga que ya hace tiempo me decía que hablaba de aviones como si se tratase de autobuses urbanos. Hace ya unos cinco años que el avión es el medio de transporte más común en mis desplazamientos cuando viajo. Cuando era pequeña, los lugares y personas de mi mundo estaban separados por muchas horas de carretera, bastante mala en su mayor parte. Ahora, gracias al dinero de Europa y al sacrificio de muchos españoles, por mucho que alemanes y franceses se empeñen en contar solo su parte, aquellos “viajes” son ahora cómodas visitas en las que el trayecto es mero trámite. A mí el mapa se me ha quedado pequeño. Ahora para ver a personas muy queridas tengo que recorrer distancias que por tierra no serían factibles y cada vez que como en esta ocasión saco la mochila a pasear, el nómada que hay en mí crece un poco más y amplía la lista de lugares por los que desea transitar. Solo transitar.

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- La felicidad es una nueva dirección -

En inglés address hace referencia a la dirección postal, no se da la ambigüedad del castellano, pero como yo también soy ambigüa, casi que hasta me gusta el cambio de sentido con la traducción.

viernes, 2 de diciembre de 2011

En Kenia también llueve

Ya crucé a Kenia y aquí también llueve cada dos por tres…

Las carreteras parecían mejores pero, je, puro espejismo. El autobús sí era un poco mejor; al menos solo había cuatro asientos por fila y se podían reclinar y todo (todos menos el mío, que soy de un afortunado que asusta). Tras espantar en la frontera a saltamontes, cambiadores de divisas y niños y no tan niños pidiendo cuanto se les ocurría que podía llevar encima, y dar cuatro cabezadas en las zonas en que la carretera no era un contínuo de bandas sonoras a base de baches, llegué a Nairobi y me las apañé para encontrar el autobús a Karen sin que siquiera intentaran atracarme. No es mal comienzo. Karen es el barrio, o un suburbio, como los llaman ahora, que se formó en los alrededores de lo que fue la granja donde Karen Blixen vivió los años que relató con una narrativa deliciosa en Memorias de África. Está lleno de mansiones rodeadas de setos tan altos que no dejan atisbar qué se esconde dentro y, en las ocasiones en que se ve algo, es porque el jardín es tan grande que la seguridad está reforzada más allá de lo que alcanza la vista. Gente adinerada con cochazos arriba y abajo llevando a los niños a saber dónde y locales encargándose de la jardinería, guardar las puertas y cuidar los caballos, ese es básicamente el paisaje de este extraño sitio. Muchos de los que conducen los cochazos son blancos. Por lo que se ve son descendientes de los colonos británicos, así que probablemente lleven ya tres o cuatro generaciones por aquí. También los hay que no son blancos y parecen igual de adinerados. Me da que esto es como Las Rozas, aunque yo diría que exagerado por la forma en que se estructura el terreno. La seguridad y las formas en algunas parcelas olían a político que echaban para atrás.

En fin, que yo aquí vine a dos cosas: una, a ver el Museo Karen Blixen y dos, a tomar el vuelo a Londres desde Nairobi. El museo, por si hace falta decirlo, me encantó. La casa de los barones Blixen ya no tiene los taitantos acres que la rodeaban y ya no llega a los pies de las colinas Ngong (que ya de paso, me he enterado de que significa nudillos – y el perfil merece el nombre – ) pero a pesar de las calles, los coches, y la cantante que desafinaba desde el recinto de al lado, sigue siendo un encanto y es fácil imaginar cómo un alma creativa como la escritora, pintora, contadora de historias que era Karen Blixen se enamoró de aquel lugar. El rápido paseo guiado por la casa fue suficiente para recrear en mi mente las imágenes de la película, mezclar los gestos de Meryl Streep con los retratos de la Karen real que abundan en el museo, y verme allí sentada a la mesa escuchando las historias con las que embelesaba a sus invitados, o acompañándola mientras hacía las cuentas con los trabajadores de la granja. Pasé un buen rato sentada en un banco en el jardín escribiendo – ¡hasta que se me acabó el papel! - y contemplando el lugar, y me di el placer de sentarme en el porche, en un banco más pensado para el guarda que para los turistas, y mirar hacia el jardín escuchando la música que venía del gramófono… Vale, eso solo estaba en mi cabeza, pero si has visto la peli sabes de qué estoy hablando.

Por el camino al museo visité Kazuri, la fábrica de piedrecitas de cerámica para colgantes y demás complementos que provee de cosas pequeñas y bonitas – que es el significado de kazuri en Swahili - al mismísimo Harrods entre otros (donde las venden a cuatro o cinco veces su precio en Kenia, claro, y eso que aquí ya están por encima de lo habitual). También hacen figuras de porcelana, todo preparado y decorado a mano, aunque en muchas de las cosas “hacen trampa” usando moldes en lugar de modelado a mano. Aún así llevan mucho trabajo, así que acepto barco como animal acuático. La fábrica la empezó en 1975 una pareja británica – bueno, la principal implicada fue la mujer - con la intención de dar trabajo y formación en el oficio a personas necesitadas. Hoy en día la mayor parte del cuerpo de empleados son madres que crían a sus hijos sin la ayuda de una pareja.

La visita a Karen fue tranquila, y el día de hoy lo he pasado viniendo a o estando en el aeropuerto. Me he levantado tranquilamente, eso sí, y he tardado como una hora en meterlo todo a la mochila. No ha estado tan bien empaquetada en todo el viaje. Menos mal, porque bajando del primer autobús, el que me llevaba de Karen a Nairobi, si llego a estirar de la mano que me abría los bolsillos esos que quedan en la cintura en la mochila, el pendejo manos ligeras hubiese bajado las escaleras con los dientes. Se ha librado porque el reflejo ha sido espantar la mano y recuperar el gobierno de los bolsillos. Las pilas y el cargador del móvil, o no le han parecido útiles, o no le ha dado tiempo a agarrarlos. No ha sido agradable, pero en esos bolsillos ya han intentado meter la mano otros mucho más cerca de casa, así que no ha sido una sorpresa ver lo que nos parecemos alrededor del globo, incluso en las malas artes. En el autobús al aeropuerto, pese a los malos augurios de la Lonely Planet, no ha habido más intentos. Ir hasta la última parada donde todo el mundo se baja y esperarme a ser la última ha debido ayudar, aunque para evitar tentaciones he dejado los bolsillos vacíos y abiertos, he cubierto la mochila con el impermeable para hacer más difícil aún meter la mano, y a la mochila pequeña, a la que he ido literalmente abrazada todo el día, le he añadido la seguridad de un pequeño candado. Cuando llegué en el autobús desde Jinja, Nairobi me dió mejor impresión que Kampala (aunque eso no es difícil), pero el caos del tráfico en un jueves a las 2, el penoso estado de la “carretera” al aeropuerto internacional y el escenario a los lados de semejante via de comunicación con el mundo, me dejan con la sensación de que, siendo como es el centro de negocios de África del Este, aún tiene un largo camino que recorrer para ser un punto de bienvenida, aunque solo sea al dinero del mundo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Una imagen

Mi madre me ha dicho hoy que quería que subiese alguna foto en la que saliese yo. Jeje, no creo que estuviera pensando en esto, pero como ya estoy en tierra firme, con la ropa seca y apenas un par de moraduras y una llaga de recuerdo, ahí va una en la que estoy casi casi en el centro Risa.

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Este rápido creo que era el que llaman “The bad place” (el mal sitio), en la primera mitad del típico recorrido de ráfting sobre el Nilo, cerca de Jinja, en las proximidades de lo que eran las cataratas de Bujagali hasta que la semana pasada cerraron la presa y Bujagali se quedó en pantano.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Pequeños ángeles

Escribir sobre el proyecto Little angels (Pequeños ángeles) con el que pasé tres días en el lago Bunyonyi sin poder subir fotos me sabe a poco. Si tuviera conexión decente, subiría un video, os diría que los que no llevan uniforme están sin patrocinador y os dejaría en paz. Bueno, no, os añadiría una foto de la habitación que por tres días fue mía y luego sí, os dejaría disfrutar de los renacuajos bailarines. La conexión se ha asustado al intentar subir el video, así que el plan va a tener que cambiar.

El proyecto lo empezó hace alrededor de medio año Duncan, un joven empezando la veintena que, agradecido por las oportunidades que le proporcionó el tener un patrocinador extranjero que pagara sus gastos de escolarización, inició un proyecto para construir una escuela primaria para niños huérfanos y necesitados de la zona del lago Bunyonyi. Y ahí está la escuela, simple y chiquitita, pero dando a los niños la oportunidad de ir al cole. El nivel no es la leche, pero por algo se empieza: al menos tienen un sitio al que ir en el que la gente se preocupa por ellos. La recaudación de fondos ocupa gran parte del tiempo de todos los implicados, incluidos los niños, pero qué se le va a hacer, si hay que bailar con los musungus para ablandar su corazón y su bolsillo, se baila.

A mí me dejaron pasar tres días con ellos, vivendo en casa de una familia, disfrutando de las condiciones de vida habituales de la gente de por aquí: la ducha, un pozal; el baño, un agujero (ambos con su espacio dedicado separado del mundo por paredes, más o menos precarias, pero paredes); la luz, el sol, velas o una linterna; el despertador, los pájaros – el sol ayuda, pero las ventanas son tan chicas que apenas entra); la cocina, un cobertizo frente a la casa; el patio, el huerto de bananas y matoke; y pese a lo cerca que está el agua, cada gota que se usa hay que bajar a recogerla al lago – un ingeniero que se pase por la zona y les diseñe algo para subirla más eficiente que bajar con bidones, please!

Aunque ocupé el puesto de voluntaria, hacer hacer hice poco. La mayor parte del tiempo lo pasé jugando con los pequeños de la casa: hicimos pajaritas de papel (reusando el papel hasta que parecía un trapo), jugamos a las chapas con piedras y, cuando salí a tomar algo con Duncan, por fin con chapas, jugueteamos con la pantalla táctil del ordenador y poco más. En la escuela, media hora de clase de mates y mucho dejarse querer por los angelitos tratando de no generar peleas y de multiplicar las manos que una puede llegar a agarrar con cada dedo. También dimos volteretas pero cuando el calor empezó a castigar y vi que la cola lejos de reducirse se alargaba tuve que dar el alto; los riñones ya no me daban para lanzar más niños por los aires.

Las impresiones sobre Jinja, el crucero al atardecer en el lago Victoria y el rafting en el Nilo quedan para otra entrada. De momento con decir que he vuelto sana y salva del río y que me lo he pasado pipa, vale.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Las estrellas

Las estrellas de la etapa salvaje del viaje, por gasto, esfuerzo y acumulación de buena fortuna, no pueden ser otros que los gorilas de montaña. Tuvimos el privilegio y la gran suerte de conseguir permisos de último minuto para reastrear al grupo Rushegura, y vaya si lo rastreamos. El golpe que me pegué en la espinilla me ha dejado la pierna hecha un mapa y digna de foto (lo dicho, las fotos, cuando la conexión lo permita), y nos pusimos todos de barro y agua hasta las cejas, pero ver a esas criaturas comportarse con total familiaridad ante nosotros fue algo increible merecedor de todas las vicisitudes sufridas.

Qué manera de babear viendo al pequeñajo retozar sobre la espalda del gran Silver Back (Espalda Plateada)… La nodriza se dejó contemplar mientras se limpiaba las uñas. Los juegos de los jovencillos mientras los mayores remoloneaban en el suelo haciendo la digestión fueron todo un disfrute. La exhibición de poderío del cabeza de familia nos dejó petrificados, aunque luego los guías nos la tradujeron como un mensaje al resto del grupo de que todo estaba bien - a más de uno le dejó el corazón saltando en el pecho un buen rato el mensaje de calma. El momento para derretirse fue cuando la hembra favorita del jefazo alargó la mano para con un gesto que bien podría ser una caricia decirle que ella también se marchaba con el resto del grupo y ya era hora de que él moviese su perezoso trasero. Poco después el pequeño aún por bautizar jugueteó en las ramas hasta que mamá pasó por su lado para seguir al resto del grupo en la migración, momento en que se enganchó a su espalda con toda la soltura que nosotros los primates bípedos somos incapaces de demostrar colgados de una rama. Nos quedamos con ganas de ir tras ellos, pero todos nos conformamos con seguirlos con la vista hasta perderlos, sabiendo que invadir su privacidad una vez al día está ya en el límite de lo que un animal tan susceptible puede soportar, y siendo conscientes de la grandísima suerte que habíamos tenido por poder contemplar semejante escena.

Esa misma tarde nos dimos un paseo por el bosque buscando cataratas y nos cayó encima otro diluvio universal (cuatro días después mis botas aún están húmedas). El día fue agotador y sencillamente memorable. Fue muy agradable compartir un rato de charla al atardecer con parte de la expedición gorila. Unas horas de caminata sobre suelo resbaladizo no dan sino para conocer muy superficialmente a las personas, pero compartir momentos tan intensos abre de alguna manera las vias de comunicación, proporciona un importante punto en común, y hace muy fácil sentir afecto por quienes horas antes eran completos extraños (¿a que sí, Dani?). Más tarde el guarda, a quien ofrecimos una cena y una cerveza por habernos regalado la oportunidad de disfrutar de aquel día, nos ofreció en plan encerrona una cena deliciosa a base de platos típicos africanos con productos frescos de la zona. Qué bueno estaba todo; y qué majo es el muchacho. Seguro que en un par de años la empresa de turismo que montó hace poco es ya todo un éxito. Debí preguntarle si acepta socios; igual encontraba una fuente estable de ingresos de una puñetera vez.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Descansando

La última semana ha sido una locura de vida salvaje, lluvia y barro. De algún modo nos las apañamos para desplazarnos por un país en que la definición de carretera se funde con la de camino de tierra lleno de agujeros, acampamos bajo sol y lluvia y nos mojamos tanto que no nos llegamos a secar hasta que salimos del Impenetrable Bwindi y llegamos a la “civilización”. Si intento hacer un resumen de lo que he visto estoy segura de que me voy a dejar algo importante. Según el momento me vienen a la mente unas cosas u otras: los animales, las personas - del lugar o tan forasteras como yo misma – los paisajes, los medios  (y vías) de transporte…

Acampar entre hipopótamos y jabalíes tuvo su punto y, aunque al principio costó conciliar el sueño, yo creo que fue más el dormir en el suelo y el jaleo que montaba el viento que la compañía. Ver al rey de la selva pasear por la savana haciendo paradas aquí y allá para aparearse con su compañera de viaje fue… sorprendente al comprobar el poco aguante que tiene el gran simba. Los elefantes, que desde la lejanía y la sombra de una terraza hicieron del desayuno algo especial, y desde el barco acompañando a búfalos, hipopótamos y cocodrilos hicieron de aquella una tarde memorable, se dejaron contemplar al borde de la carretera cuando ya se nos acababa la luz, poniendo la guinda a un día de safari de ensueño. Los hipopótamos – sí, los tengo que nombrar otra vez – poniendo banda sonora a nuestros sueños, asomándose por nuestro vecindario, bañándose en el río que nos separaba del Congo o en el canal por el que paseamos en barco ¡qué bonito es ese animal, mare! Los chimpancés, que acomodados en lo alto del árbol no nos hicieron andar mucho para encontrarlos pero sí estirar el cuello para poder observarlos. Los antílopes, los preciosos bushbacks (es lo que tiene aprender cosas en inglés de las que en castellano no he oido hablar en mi vida, que no sé ni nombrarlas, y ahora no tengo conexión para probar con google) y los otros, lo más rojizos cuyo nombre no consigo recordar en nigún idioma, desperdigados por la savana pastando tranquilamente, en posición de alerta cuando la leona estaba cerca, genial estampa bajo el arbolillo que acompañaba a nuestras tiendas (las fotos las subiré cuando encuentre una conexión a internet digna de intentarlo, de momento, creedme, ese bicho era precioso). De las estrellas del viaje mejor os hablo en otra entrada que si no esto va a superar el límite de atención de algunos Risa.

Estos últimos días he estado descansando en el encantador Byoona Amagara, en el lago Bunyonyi, disfrutando de las vistas, la buena comida y la biblioteca - ¡han caido casi tres libros en dos días! Ahora busco iniciar una etapa más tranquila y, con suerte, comprometida con la gente del lugar. En los escasos días que voy a pasar en donde sea que pare no me dará tiempo a ser realmente útil pero, al menos, espero conocer alguno de los proyectos que se están llevando a cabo lejos de esas altas esferas que siempre oigo nombrar asociadas con la misma corrupta palabra…

Si alguna vez vas a Uganda…

Tráete los dólares NUEVOS, serie del 2000 o más, sin un rasguño, sin un doblez, sin un rayajo, lo mejor, recién salidos del horno, o te servirán de tanto como los billetitos del monopoly. Si son nuevos te los aceptan en muchos sitios, incluidos los parques nacionales, que son lo más caro de lo que hay por aquí. Otras monedas hay que cambiarlas en el banco y ahí no sé si son igual de pesados o más, si lo pruebo ya os lo cuento. Ahora que lo pienso, diría que al cambiar en el aeropuerto no miraron tanto los billetes…

(según me han dicho, en el resto de África son igual de pejigueros)

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Tortilla española

Hace ya más de una semana de esto, pero no había encontrado el momento para poner la foto. Resulta curioso como en distintas partes del mundo tendemos a ponerles nacionalidades a los platos sin cuidarnos mucho de si el plato viene del sitio o no. Cuando llegué a Uganda me sorprendió encontrar en todos los menús la Spanish omelette o tortilla española. Me sorprendió aún más ver cómo lo que se servía como tal no era ni más ni menos que lo que en España llamamos tortilla francesa.

En cualquier caso, y como viene a ser ya costumbre, allá donde voy acabo haciendo una tortilla española de las de verdad, de las de patata. En esta ocasión la hicimos en equipo las dos españolas de la tropa que nos quedamos hasta el final del curso (porque en la tropa inicial había dos más: 4 españolAs y un alemán, este partido lo hemos ganado de calle). Tuvimos que improvisar bastante. La sartén, más honda de lo habitual para estos menesteres, se dejó hacer sin agarrarse; el aceite no fue de oliva, obviamente, pero eso no deja de ser un lujo, así que el girasol pasó como parte de la receta original; el fuego concentrado en el centro casi nos chuscarra la maravilla; y el plato… El plato fue el toque más creativo del asunto ¿Recordáis esos taburetes ochentones de colores que eran huecos por dentro y se les podía quitar la tapa y meter trastos? Pues no nos quedó otra que lavar la tapa y usarla para dar la vuelta a la tortilla. Lo mejor de todo fue que una vez hecha, ya estaba en la mesa.

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La cena fue hispanonigeriana tanto por los presentes como por los platos. Estaba todo buenísimo pero como no tengo ni idea de cómo se escribe el nombre de la parte africana del menú, prefiero dejar la foto y no destrozar un idioma que no es el mío.

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lunes, 31 de octubre de 2011

Ahora está, ahora ya no está

El curso ya forma parte de la historia y estamos acabando de recoger y dejar todo listo para que los estudiantes de KIU lo puedan usar en sus proyectos de investigación. Como dice Sadiq, esto es solo el principio. Espero que lo sea de veras. Estos muchachos tienen gran potencial además de muchas ganas. Se merecen una oportunidad de demostrar lo que pueden llegar a hacer.

Después de dormir tanto domingo como pude, la semana empieza haciendo la colada acumulada, planeando las visitas de las próximas semanas, volviendo a poner la mente en modo viaje a África. Antes de dejar el curso totalmente atrás – aunque tengo mis dudas de que sea capaz de hacerlo - os dejo algunas fotos de cómo estaba y cómo está el escenario en el que tuvo lugar, sabiendo que en breve todo encontrará su sitio en el nuevo laboratorio de investigación del campus oeste de KIU cuando al material que hemos traido se una el equipamiento para hacer biología molecular que ya ha llegado a Mombasa. El principio de una nueva era en este rincón del mundo…

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Algunos de los estudiantes trabajando en las prácticas y mini-proyectos del curso

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Todo el material “recogido” en una bancada para preparar la marcha. Gran parte de todo esto se quedará aquí y formará parte de los cimientos del nuevo laboratorio de investigación.

sábado, 29 de octubre de 2011

Fiesta pasada por agua

Esta mañana hacía un sol de lujo. Parecía que hubiesen llamado al sol a filas para adornar la ceremonia en torno a la visita del rey Baganda. Todo estaba listo: carpas, tarta, tambores, vestidos de fiesta... Todo iba sobre ruedas. Los tambores sonaban y se turnaban a cantar. Alguien ha desafinado (mucho) y si no fuera porque sé que no tiene relación alguna diría que ha desatado la furia del controlador del grifo. Qué chaparrón. Aparecían ríos por todas partes, cataratas por las escaleras, piscinas en la pista de baloncesto (que era donde se celebraba la ceremonia). Eso sí, los tambores no han parado de sonar ni un minuto, ni cuando el granizo golpeaba los tejados de uralita compitiendo por la mayor contribución a la banda sonora. Alguien debería montar por aquí una estación meteorológica y estudiar el fenómeno. La peor gota fría que haya visto en mi vida se queda en nada al lado de estas tormentas espontáneas.

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Momentos después brillaba el sol, por supuesto.

jueves, 27 de octubre de 2011

Seleccionando moscas

El curso está ya casi acabando. Los estudiantes están trabajando en sus propios proyectos, haciendo experimentos y buscando literatura científica para elaborar sus propuestas teóricas. De vez en cuando me paseo y les pongo en un aprieto preguntándoles qué están haciendo. Cuando superan el susto y lo piensan, van elaborando sus propias ideas, van comprendiendo los experimentos, van convirtiéndose en los dueños de su propio trabajo. Mañana empezarán las presentaciones y el sábado todo esto llegará a su final. Un final con punto y seguido puesto que las conversaciones buscan repetir el año que viene, organizar otro sobre biología molecular, llegar lejos. No puedo creerme que ya haya pasado todo…
Aprovecho su independencia para juguetear con las fotos que saqué hace ya una semana con la intención de ilustrar un poco el trabajo con moscas, que para eso es el centro de todo lo que estamos haciendo aquí. Las fotos son un poco patéticas por la precaria técnica fotográfica (mi pequeña cámara digital mirando por el ocular de la lupa) y el igualmente precario estado de la lupa en sí (a caballo regalado no le mires el diente; han sido donaciones muy valiosas que han dado mucho de sí). Perdonad, pues, la calidad pictórica y aprovechad si podéis aprender algo.
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Para trabajar con moscas es fudamental distinguir entre machos y hembras, puesto que los cruces concertados son la base de la genética. Los machos tienen el trasero negro [black bottom] y presentan dos pequeñas estructuras negras en el par de patas delantero llamadas peines sexuales [sex combs]. Los machos utilizan estos peines en el baile cortejo a la hembra.
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Para asegurarnos de que cada cruce produce solo la descendencia que deseamos obtener, es fundamental que las hembras que utilizamos sean vírgenes. Las moscas vírgenes se distinguen de las más maduritas porque tienen una pigmentación más clara y en ellas aún se puede observar, a través del abdomen, el meconio. Con frecuencia son más grandes que una mosca adulta porque están como infladas.
virgin vs adult female
La tonalidad clara de las vírgenes es obvia a simple vista, sin necesidad de lupa, y es más fácil de reconocer cuando hay moscas adultas con las que compararlas. Sin embargo, hay que tener cuidado al trabajar con moscas de composición genética diferente, puesto que hay mutaciones muy utilizadas en genética que aclaran la pigmentación de las moscas y pueden confundir al ojo inexperto.
just born
Las recién nacidas son más fáciles de reconocer puesto que tienen las alas todavía plegadas y aún no se han hinchado.
Cuando necesitamos muchas moscas para poner un cruce (porque queremos mucha descendencia para nuestro siguiente experimento), hay que trabajar con la complicidad de la temperatura para sacarle el máximo partido al reloj. La temperatura óptima de desarrollo de las moscas es 25ºC. A esta temperatura las hembras alcanzan la madurez sexual a las seis horas (quizá ocho, pero yo prefiero no arriesgar). Cuando se mantienen a 19ºC el desarrollo se relentiza y ese tiempo se duplica. El cálculo sale fácil: si quieres recoger toda mosca que salga de un tubo (o botella), lo habitual es recogerlas temprano por la mañana, después de comer y justo antes de irte por la noche, manteniéndolas a 25ºC durante el día y a 19ºC por la noche. Y digo antes de irte por la noche porque no te querrás ir muy pronto para que a la mañana siguiente aún sean vírgenes. Teniendo en cuenta que una hembra suele poner unos 500 huevos, si recoges toda la progenie que sale de un cruce de cuatro o cinco hembras, con la proporción habitual 1:1 entre machos y hembras, se puede ver cómo en una semanita se puede conseguir un número considerable de moscas, así que muchas veces no hace falta tanto.
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Si no podemos recoger vírgenes tan a menudo y queremos incrementar el número de moscas disponibles para el cruce, podemos seleccionar las hembras en estado de pupa tardía. Son más difíciles de ver, pero los mismos peines sexuales presentes en el macho adulto se pueden observar en este estadío. Ya sé que los esquemas son patéticos, pero ya he dicho antes que yo de artista tengo bien poco, ¿no? Esta técnica también es útil para seleccionar machos y hembras que deben permanecer aislados desde el principio para algún experimento de comportamiento.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Visitantes

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Algo está creciendo en nuestros tubos…
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y está dejando las moscas petrificadas, jeje.

Qué emoción

Un estudiante me acaba de decir que hemos cambiado por completo su manera de pensar en la investigación… y tenía una sonrisa en la cara de las que no se pagan con Mastercard Risa

martes, 25 de octubre de 2011

Paisaje urbano

No recuerdo en qué ciudad grabé esto en el camino de Ishaka a Mbarara, pero esta es una estampa típica en estas tierras. Las marcas escogen los colores más desafortunados para pintar las casas y la gente les deja a cambio de un poco de dinero. La arquitectura también me da qué pensar. No me explico cómo esos bloques de cemento con forma de salón del lejano oeste se han convertido en la construcción más popular.

Ida y vuelta a Bunyonyi

He pasado el fin de semana en las instalaciones de Byoona Amagara en el lago Bunyonyi. Bueno, debería decir que he pasado el fin de semana yendo a y viniendo de allí, porque estar, lo que se dice estar, estuve en la isla desde el anochecer del sábado hasta la una del mediodía del domingo. Byoona Amagara es un pacífico y bien mantenido lugar de retiro, que funciona de modo ecológico y además es socialmente responsable. IMG_0605

Las vistas desde la zona alta del lago son fabulosas. El tiempo no permitió disfrutar mucho, pero se le ven las posibilidades. El sitio desde el que tomé la foto se nos iba mucho de presupuesto pero llegamos justo cuando empezaba a llover y nos dejaron refugiarnos un rato, suficiente para hacer algunas fotos.

Para llegar a la isla tomamos un “taxi”, un matatu, el coche del amigo de una amiga de una amiga, y una canoa. A la vuelta optamos por la barca a motor, un taxi (casi casi como los verdad), otro matatu y de nuevo un “taxi”.

El “taxi” es un coche sobrecargado que cubre distancias medias (a menudo la misma ruta arriba y abajo) y deja y recoge gente por el camino. Tuvimos la suerte de que el nuestro se quedara sin gasolina a pocos kilómetros de nuestro destino y el conductor tuvo que tomar un boda, la versión con dos ruedas del taxi, para ir a por gasolina a la gasolinera más cercana. Los “taxis” suelen estar en zonas concretas de la ciudad y entre el conductor y los dos o tres colegas que revolotean alrededor gritando el destino final y empujando gente para conseguir llenarlo, uno ha de ir con cuidado de no meterse en el que no toca.

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Los bodas me recuerdan a las motoretas que usaban los hombres en el pueblo. Aquí los hay a cientos, todo el mundo las usa, y en ellas se transporta prácticamente de todo, incluso ataúdes (espero que fuese vacío…).

El matatu es una furgoneta sobrecargada hasta límites inimaginables, tanto que me tuvo un buen rato pensando muy seriamente en las posibilidades de este país de llegar a alguna parte si no empiezan a respetarse un poquito más a sí mismos. No consigo entender cómo siguen funcionando. El increible número de pasajeros, la penosa carretera, las paradas continuas, los enormes bultos en la baca, no tiene ningún sentido. No dejaba de pensar que aquello se iba a partir en dos en cualquier momento. Pero no lo hizo, y probablemente todavía anda arriba y abajo en la misma ruta, cargando y descargando gente como si fueran ovejas. Empiezo a pensar que los animales llevan mejor vida que las personas por estas tierras. Con tanta lluvia, la comida no les falta, y no los veo poniendo una vaca encima de otra para llevarlas a la ciudad de al lado. De hecho, no creo que las muevan.

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Yo iba en la segunda fila de pasajeros (al frente, delante de la reja, iban el conductor y dos pasajeros). Detrás de mí había dos filas más. En cada una de ellas iba más gente de la que el diseñador de semejante trasto había planeado poner. Ninguno de los pasajeros osó abrir la boca, ni siquiera pestañear, cuando el segundo conductor que también hacía las veces de recaudador les decía (ordenaba) que se apretujaran, que ahí cabía uno (o dos, o tres) más. Donde fueres haz como vieres: yo no me quejé, no abiertamente al menos, pero nos reimos, nos reimos mucho, simple y llanamente no nos lo podíamos creer.

El trozo en coche fue… no sé muy bien qué decir. Después del tramo en matatu fue agradable sentarse en un coche con el número adecuado de personas dentro. Era un 4x4 potente y en buenas condiciones, así que los baches eran incómodos pero nada más. La sorpresa vendría del otro lado de la ventana. Ver críos (y mujeres) machacar piedras con martillos que eran casi más grandes que ellos junto a la carretera no era algo que estaba preparada para digerir de camino a una remota zona turística en medio de ninguna parte. No es que este sea un país de contrastes: todo es polvoriento, todo está medio roto, nada es lujoso, pero algunos viven peor que otros. Aquí en Ishaka el hospital y la escuela de medicina mantienen los negocios en marcha y parece que todo el mundo se lleva su parte. Salir del huevo fue toda una experiencia. Supongo que vi el lugar que vine a ver. Nuestro día a día ha caido de algún modo en la rutina y todo parece muy normal, pero estoy en África al fin y al cabo.

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Algunos andábamos más relajados que otros en la canoa, pero todos nos divertimos.

El viaje en canoa fue muy agradable salvo, supongo, para el par de hidrofóbicos del grupo. Llegamos a ver la bruma subiendo desde la superficie del lago al atardecer y llegamos a la isla con luz suficiente para ver nuestros pasos. Comimos, como decía antes, como reyes. Eran más lentos que el caballo del malo, eso es verdad, pero un poco de té africano  nos ayudó a mantenernos calientes mientras los más valientes cantaban al ritmo de la guitarra española (tocada por un alemán). Por la mañana disfrutamos de la avifauna del lugar mientras desayunábamos de maravilla en un rincón encantador con vistas al lago. Nos dimos un agradable paseo y medio nos perdimos, pero el sitio es pequeño así que pronto estábamos de vuelta y listos para empezar la odisea de nuevo.

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Aquí la gente tiene mucho sentido del humor [hacia acá, hacia allá].

Cuando llegamos al hotel fue duro volver a mirar el mismo menú de nuevo. Llevo días pensando en escribir sobre la variedad en ese aspecto. Lo haré pronto. Esa entrada no será tan larga como esta.

lunes, 24 de octubre de 2011

Inspirada

Anoche volví de mi aventura de fin de semana. Luego escribo sobre eso pero algo se ha cruzado en mi camino esta mañana que ha acaparado mi atención. Una buena amiga ha enviado un enlace a una entrada en un blog que ha puesto palabras a mis pensamientos. Es una de esas raras ocasiones en que siento que alguien ha estado leyendo mi mente; ¡alguien siente lo mismo que yo! No lo podía dejar perderse. No importa dónde estoy, no importa qué estoy haciendo, sigo siendo una académica radical.

Be that radical anyway. Be the scholar you think you should be, bringing your whole self to the table, finding your passion and making it your scholarship, and having a plan that will help you become a leader in your field.

Kate Clancy - The three things I learned at the Purdue Conference for Pre-Tenure Women: on being a radical scholar – Scientific American blog Context and Variation

Sé radical de todos modos. Sé el académico que crees que debes ser, poniendo toda tu persona sobre la mesa, encontrando tu pasión y convirtiéndola en tu profesión, y teniendo un plan que te ayudará a ser un líder en tu campo.

Recomiendo enormemente la lectura de la entrada completa. No es tan larga y es tan inspiradora como un paseo en canoa por el lago Bunyonyi al atardecer.

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viernes, 21 de octubre de 2011

La universidad

Hoy me he dado un paseo y he hecho unas cuantas fotos para que os hagáis una idea más realista de cómo son las cosas por aquí.

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El camino a la universidad. La foto está tomada desde la entrada (mirando hacia la carretera), así que la universidad está a mi espalda.

 

 

 

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La entrada.

 

 

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La caseta del guarda.

 

 

 

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Desde la puerta de nuestro laboratorio vemos el bloque de farmacia (sí, lo que está recostado en la parte inferior derecha de la imagen es una vaca).

 

 

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Nuestro laboratorio, con los estudiantes llegando (muy) poco a poco después de comer.

 

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Nuestro pasillo. La zona donde se ve a los estudiantes es donde está la clase con los ordenadores. El router está allí y parece que es donde mejor se coge la señal de la red de la universidad. Yo aún no he conseguido que funcione en mi ordenador. Menos mal que tenemos el teléfono de Sadiq que se convierte en modem. La conexión sigue siendo penosa, especialmente por la tarde (¿saturación de la red?) pero nos la podemos llevar al hotel.

 

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La clase de informática. Las mesas tienen el tablero de cristal y los ordenadores están metidos debajo, de manera que los estudiantes pueden ver la pantalla del ordenador y la pizarra de la clase, ¡qué truco más bueno! Pueden tomar notas y atender al profesor ¡y! no pueden esconderse detrás de los monitores para dormir, facebookear, etc…

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La foto de la clase magistral la he hecho de estrangis, pero da una idea de cómo son las clases aquí, ¿no? Lo que no sé es por qué llevan la bata puesta… ¡Ah! Sí, es que son de medicina :o)

 

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LA tienda. Si no lo tienen aquí, te tienes que ir al pueblo a buscarlo.

 

 

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La cancha de baloncesto.

 

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¿Reprografía?

 

 

 

 

 

Habéis visto el solete que hacía cuando me he dado el paseo, ¿no? Pues mirad la que ha caido una hora después.

jueves, 20 de octubre de 2011

Los estudiantes

Al final de sus presentaciones cada estudiante hizo un pequeño dibujo representativo de su proyecto en la pizarra del laboratorio. El resultado final fue el que se ve en la foto.
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Abba ha estudiado la correlación entre la longitud relativa de los dedos índice y anular, que queda determinada en los primeros dos años de vida y correlaciona con la exposición prenatal a andrógenos (¡y con la tendencia a comportamientos agresivos!), y otros rasgos antropológicos que quedan determinados más tarde, como el diámetro de la circunferencia de la cintura y la cadera. Su pasión es averiguar cómo se sacan las cosas del baúl de los recuerdos (la recuperación de recuerdos).
Paulin está estudiando en Camerún el potencial de una planta africana (no pongo el nombre entero para que nadie le robe la idea) en la lucha contra las pulgas garrapatas que martirizan al ganado (y a las personas que comparten caminos con las vacas, de eso puedo dar fé en los pocos días que llevo aquí [de lo que puedo dar fé yo es de las pulgas).
Lucille evalúa la acción de insecticidas en Tanzania, haciendo estudios de laboratorio y de campo para analizar su eficacia y seguridad.
Ngattu estudia malaria, tuberculosis y meningitis desde un punto de vista epidemiológico y busca un mejor y más rápido diagnóstico que permita reducir el riesgo de contagio.
Nelson trabaja en Malawi analizando la eficacia de fármacos antimalaria en mujeres embarazadas y utiliza marcadores genéticos para estudiar la resistencia de Plasmodium (el bicho que provoca la enfermedad). Ya está pensando en usar Drosophila como modelo para estudiar malaria y resistencia a fármacos.
Sam ha estudiado el ángulo de torsión del húmero (se nota la representación del departamento de anatomía de la Kampala International University –KIU-, co-organizador del curso). Aprovechando este curso, se va a iniciar un máster en anatomía y neurobiología en KIU y Sam quiere comparar el número de sinapsis (contactos entre neuronas) en animales silvestres y de laboratorio ¿Tendrán los animales silvestres más sinapsis?, y si las tienen, ¿serán más espabilados?
Steven está caracterizando las proteínas implicadas en la percepción olfativa de la mosca tse-tse y está muy interesado en la posibilidad de utilizar Drosophila como modelo.
Jimmy, otro de los anatomistas, ha estudiado la epidemiología de la arterosclerosis (formación de placas de grasa en las arterias).
Yunusa, el pequeño del grupo, aún está pensando qué hacer como tesis de maestría. Siente una gran motivación por trabajar en el campo de la salud pública y quiere buscar un buen sitio para hacer el doctorado estudiando los problemas de demencia asociados con la infección por VIH.
Iliya Ezekiel está interesado en el estudio de la epilepsia y el sueño. Antes de este curso estaba pensando en un escenario experimental en el que estudiar el aprendizaje espacial de las ratas. Ahora ya está pensando en pasarse a mosca.
Sylviane, también de Camerún, está analizando el efecto de plantas usadas en remedios tradicionales para tratar la epilepsia.
Maureen, que se ha venido desde Kenia con su pequeño bebé, estudia la epidemiología de diversas enfermedades y la distribución de las distintas especies de mosquitos que las transmiten.
Okpanachi Alfred está estudiando la diabetes tipo II.
Goji ha estudiado el efecto del extracto de una planta africana en el nivel de glucemia de ratas a las que se les ha inducido hiperglucemia.
Bolaji Samuel quiere estudiar los efectos de la combinación de alcohol y cannabis, y también está estudiando la posibilidad de utilizar Drosophila como modelo.
Aún nos falta oir lo que Joseph Oloro tiene en mente, aunque por las conversaciones que hemos tenido estos días sé que tiene algo que ver con la disfunción eréctil.

Cuando sale el sol

Hemos tenido un par de días muy nublados y pasaditos por agua pero todos los días llega a brillar el sol en algún momento y, cuando lo hace, muestra los colores de cielo y tierra con una intensidad que bien podría inspirar las pinceladas de un artista. Yo de artista tengo bien poco, pero me alegro de que la tecnología me permita compartir la versión digital de lo que mis ojos ven y, aunque sea torpemente, la versión escrita de lo que mi cerebro percibe.

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miércoles, 19 de octubre de 2011

No solo moscas

Por si hay alguien a quien aún no se lo he dicho, la razón/ excusa para venir precisamente a Uganda, precisamente ahora, ha sido la oportunidad de participar en el curso de neurogenética en Drosophila y otros insectos que han organizado Lucía Prieto Godino y Sadiq Yusuf, doctora y doctor (es que ponerlo delante me sigue sonando fatal). El curso es para estudiantes de doctorado o más avanzados, y tiene un nivel sencillamente impresionante. Isa y Lola dieron las clases introductorias y Lucía y Tom les están mostrando lo que Drosophila y otros insectos pueden contribuir al área de la neurobiología. Yo de momento he rellenado algún hueco explicando un poco de genética de mosca y me quedan un par de clases por dar que no son ni mucho menos para principiantes. Lo dicho, un nivel muy alto. Los estudiantes están respondiendo de maravilla y muestran un interés difícil de encontrar en otras latitudes donde estudiar se toma más como un castigo o un pasatiempo que con verdadera motivación.
Entre ayer (anteayer) y hoy (ayer) los estudiantes han presentado brevemente los temas en los que han estado trabajando hasta ahora y han hablado de cómo pueden utilizar lo que están aprendiendo en este curso. Ver que tras una semana y media casi todos tienen ya ideas de experimentos que pueden hacer con Drosophila que pueden ayudarles en su investigación sobre malaria, tanto a nivel de lucha contra los mosquitos como en el estudio de la patología, sobre la mosca tze-tze, la diabetes, la epilepsia, el uso de canabinoides… ha resultado una experiencia conmovedora. Lo de verles maniatar a un saltamontes para medir los potenciales de acción de sus músculos cuando le hacían cosquillas no ha sido tan agradable, IMG_0494pero qué se va a hacer, a caminar se aprende andando y la electrofisiología se aprende haciendo electrofisiología.
De moscas, protagonistas principales del evento, tenemos por todas partes bandejas llenas de tubos, botes para que pongan huevos y plaquitas en las que van creciendo larvas. En la esquina de la bancada que nos recibe al entrar en el laboratorio se van acumulando vasitos de plástico con los más variados insectos, saltamontes, mantis, avispas, cucarachas ya muchos otros esperando su turno para subir al escenario y que les midan sus corrientes. La mayoría los recogieron el otro día en una salida de campo con los estudiantes, otros los vamos encontrando en el laboratorio con el paso de los días, otros los van trayendo los estudiantes o profesores y personal técnico que colaboran en la organización: aquí todo el mundo contribuye con algo, aunque sea con bichos.
En la foto, el caracol se va de expedición por el tejado de la morada de los saltamontes marrones (sí, soy bióloga y no sé qué tipo de Locust es este bicho). Lo que se ve en segundo plano a la derecha es una avispa del tamaño de un dedo pulgar. Da miedo.

martes, 18 de octubre de 2011

La que está cayendo

Hace media hora hacía solete

PD: Como es lógico, con semejante tromba de agua la luz se fue al garete y con ella la conexión a internet. Hoy el día ha salido nublado desde primera hora, así que ya veremos la que nos cae. Uno de nuestros protectores (porque todos en el comité organizador se preocupan tanto de nosotros que los he bautizado comité protector) nos dijo que la expresión local para describir el fenómeno es llueven elefantes e hipopótamos. No me parece una exageración en absoluto…

lunes, 17 de octubre de 2011

Lugar de trabajo

image_thumb1) Tubos con comida fresca a base de azúcares que les encanta a nuestras Drosophilas.
2) Lámpara o fuente de luz, que necesita un empujón en la puerta de la bombilla para echar a andar pero que da una agradable luz continua hasta que la electricidad se va en toda la ciudad (lo cual ocurre todos los días en algún momento, especialmente si caen chuzos de punta como ayer).
3) Moscas durmiendo después de respirar fly snooze, un apestoso pero efectivo método para poner las moscas a dormir sin las jaquecas que me daba el éter en las prácticas de genética durante la carrera. Una vez están dormidas podemos seleccionar hembras/ macho, vírgenes/ viejas, y podemos preparar los experimentos que necesitamos.
4) Como no tenemos alfombrilla, el paquete de post-its está haciendo la función de amortiguador de golpes. Se podría trabajar sin él pero, después de un rato dándole a la bancada con los tubitos de plástico, el ruidito es un peñazo y a veces un golpe mal dado significa tubo roto y moscas en vuelo hacia la libertad.
5) EL pincel, mi amigo, al que el viaje desde California le sentó peor que a mí y necesitó unas curas de primeros auxilios con vendaje incluido, pero que está haciendo un gran trabajo.
6) La lupa, vieja y desalineada, pero suficiente para sacar las vírgenes del tubo antes de que hagan nada malo con el macho inadecuado.
7) Bandejas con moscas esperando a que nos ocupemos de ellas o simplemente disfrutando de la vida mientras les dejamos reproducirse.