Esta mañana hacía un sol de lujo. Parecía que hubiesen llamado al sol a filas para adornar la ceremonia en torno a la visita del rey Baganda. Todo estaba listo: carpas, tarta, tambores, vestidos de fiesta... Todo iba sobre ruedas. Los tambores sonaban y se turnaban a cantar. Alguien ha desafinado (mucho) y si no fuera porque sé que no tiene relación alguna diría que ha desatado la furia del controlador del grifo. Qué chaparrón. Aparecían ríos por todas partes, cataratas por las escaleras, piscinas en la pista de baloncesto (que era donde se celebraba la ceremonia). Eso sí, los tambores no han parado de sonar ni un minuto, ni cuando el granizo golpeaba los tejados de uralita compitiendo por la mayor contribución a la banda sonora. Alguien debería montar por aquí una estación meteorológica y estudiar el fenómeno. La peor gota fría que haya visto en mi vida se queda en nada al lado de estas tormentas espontáneas.
Momentos después brillaba el sol, por supuesto.
Supongo que seguiría la fiesta y os comeríais la tarta a ritmo de tambores.
ResponderEliminarLos trajes son muy bonitos.El azul con motivos en rojo es precioso. Si ves una tela así que sirva de colcha, grande,grande, hazle un sitio en la mochila y se la traes a tu madre.
Más besos y cuidate mucho.