No recuerdo en qué ciudad grabé esto en el camino de Ishaka a Mbarara, pero esta es una estampa típica en estas tierras. Las marcas escogen los colores más desafortunados para pintar las casas y la gente les deja a cambio de un poco de dinero. La arquitectura también me da qué pensar. No me explico cómo esos bloques de cemento con forma de salón del lejano oeste se han convertido en la construcción más popular.
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