sábado, 15 de octubre de 2011

Ishaka, final de trayecto

No tengo ni idea de qué hora es según mis ciclos circadianos: me conformo con haber calculado bien la hora en el despertador y aparecer mañana en el desayuno a tiempo para llegar a la clase. Después de unas cuantas vueltas y una larga conexión en Londres en la que no encontré el Kindle perdido, por fin aterricé en Entebbe. Un resumen rápido del día antes de que se me cierren los ojos: hospitalidad, barro, verde, claxon, izquierda.

Hospitalidad. Cuando he salido por la puerta del aeropuerto he encontrado a mi protector sosteniendo un papel con mi nombre. Desde ese momento no he vuelto a estar sola. No solo me han puesto “escolta” para viajar en un bus cuanto menos interesante que tras un porrón de horas nos ha dejado en Ishaka, sino que por el camino a la estación de autobuses me han abierto las puertas de su casa y puesto su familia en mis brazos. Siendo el único blanco que he visto desde que he salido del aeropuerto hasta que he llegado a la clase donde Lucía y Tom acababan con el viernes, la foto con el pequeño en brazos será todo un suvenir. Media hora después el chiquitín estaba durmiendo en mi regazo, bueno, seamos justos, continuaba el sueño que había agarrado en brazos de su madre, mientras lo llevábamos a casa de la abuela. Hay cosas que son iguales en todas partes, por lo que se ve.

Barro Con la que estaba cayendo, bajaban torrentes por cada calle  sin asfaltar (o sea, casi todas) y no podía dejar de pensar que África está hecha de arcilla…

Verde; todo está verde. Será la estación de lluvias, o la latitud, o yo qué sé, pero todo, ¡todo1 está verde. Lo que no está hecho de barro, claro.

Claxon. El conductor del autobús, cuando las condiciones lo permitían, se lanzaba a la carrera con la inestimable ayuda de un claxon cantarín que parecía apartar todos los vehículos de su paso. Alguien me dijo que el viaje iba a ser una paliza porque la carretera estaba en obras. Yo diría que el problema no son las obras, si no la falta de ellas. Los momentos catamarán no han sido muchos, pero suficientes para hacerme una idea del cuidado que hay que tener en estas carreteras.

Izquierda, que ya se me había olvidado, aquí se va por la izquierda. Aunque, después de lo visto, decir que conducen por la izquierda me parece ser muy generoso con la descripción.

PD: Con la falta de internet esto va a subir al día siguiente, así que añado dos notas. El despertador lo puse dos horas antes ¡dos horas! Yo no sé en qué estaba pensando... El claxon me han dicho que es una marca distintiva de cada autobús y la gente sabe qué autobús está viniendo por el sonido del claxon. Gracioso.

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