martes, 29 de mayo de 2012

50 días de lectura en Ishaka

Solo unas pinceladas, sin pretensión de resumen ni crítica literaria, sobre las letras que me han acompañado estos días. Los he escrito en orden cronológico, aunque creo que los dos primeros están al revés, porque no quiero hacer una lista de preferencias. Me han gustado todos, no todos lo mismo ni por lo mismo pero, precisamente por haberme atraído cosas distintas de ellos, cualquier orden dado ahora no tendría ninguna validez en otro momento. La colección de citas sigue creciendo. El día que me ponga a digitalizarla me las voy a ver canutas.
Los hombres que no amaban a las mujeres – Stieg Larsson
Con esta memoria mía tan mala, tenía serias lagunas respecto a lo que iba  a ocurrir a pesar de haber vito la peli hace tan solo unos meses, así que me resultó entretenido.
El amante lesbiano – José Luis Sampedro
Me pareció valiente, intensa e interesante, aunque a veces los personajes y la trama elegidos me parecían tan innecesariamente molestos que me costaba concentrarme en la profundidad de la historia – la poco profesional pseudopsiquiatra concretamente me puso de los nervios un par de veces con su jerga. El obvio final no ayudó tampoco.
Malena es un nombre de tango – Almudena Grandes
Debo estar desarrollando algo mi otrora nula capacidad para la empatía, porque sin que las historias ni las circunstancias me queden ni remotamente cerca, me sentí muy próxima al corazón de la novela. La farándula montada alrededor de lo que por otro lado parece una historia con pretensiones realistas, me sobró, pero qué se le va a hacer, las licencias hacen la literatura.
Mientras vivimos – Maruja Torres
Al principio prometió más de lo que finalmente dió. En algún momento los personajes empezaron a comportarse como si sufrieran algún trastorno de la personalidad, haciendo cosas que no se ajustaban al background que de ellos nos habían dado. Aún así es una buena excusa para un viajecito interiorista, muy en la línea de las previas, y eso que cuando escogía las novelas que iba leyendo lo hacía con total desconocimiento de lo que me esperaba dentro.
Como agua para chocolate – Laura Esquivel
Lo leí por nostalgia de la película aunque, bien pensado, la película tampoco me gustó en demasía. Me salté párrafos enteros de recetas – yo y mi habitual paciencia con los fogones – y el Pedro de negro sobre blanco me produjo tanta rabia como el de celuloide. Me suele ocurrir que ver la película antes de leerme el libro amortaja mi imaginación y el papel no deja gran huella en mí.
Memorias de un beduino en el congreso – José Antonio Labordeta
Que se fuera este hombre fue una gran pérdida. Me hubiese encantado compartir unos cuantos cafés mientras discutíamos de la crisis. Es interesante leer sus notas sobre sus tiempos en el Congreso. Esperaba que se explayara más, una lástima que no aprovechara la ocasión. Se agradece el detalle de admitir errores tan poco practicado entre los de su –aunque fuese por poco tiempo y casi de prestado - gremio.
Diarios de un motocicleta – Ernesto “Ché” Guevara
No puedo más que decir “yo también quiero rodar América del Sur!!”. Pasa volando por numerosos lugares hasta el punto de decepcionar, pero se mantiene fresco y dicharachero de principio a fin pese a tratar por el camino asuntos más que serios que dejan ver cómo el Ernesto de estas páginas llegó a ser el Ché que fue.

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