Waimanalo es una zona más bien residencial que según me comentan está situada cerca de lo que vendría a ser el equivalente a una reserva india en la América continental. Eso significa que, fortuna la mía, he ido a caer en mi paraíso personal, lejos de los turistas (si es que estando en la misma isla pueden estar realmente lejos) y con la posibilidad de observar cómo es la vida en Hawai para aquellos que llaman hogar a este remoto lugar del Pacífico.
Unos cuantos paseos por la playa y el posterior interrogatorio a quien hace de mi anfitriona, conductora, guía, proveedora de aletas (literalmente:) y otro material vario muy útil para la visita me han llevado a la conclusión de que en Hawai hay mucha gente que se las apaña, porque quiere o no tiene más remedio, viviendo en la playa o zonas de acampada cercanas.
Acampar en la mayor parte de la isla es fácil y gratis, pero se deben conseguir permisos que solo se dan por un máximo de cuatro días. Los miércoles y los jueves, de hecho, no se puede acampar en casi ningún sitio (creo que en ninguno, de hecho). Todo esto en teoría, claro, porque en la práctica los hay que se instalan con tanta parafernalia (perros guardianes de parafernalia incluidos) que resulta difícil imaginar que van a irse a ningún sitio en un futuro, ni siquiera lejano. Al parecer algunos consiguen establecerse a base de alternar el nombre de distintos familiares en la solicitud del permiso. Otros simplemente se quedan donde están hasta que los echan (y eso me lo dijo el acampado mismo). Los miércoles y jueves imagino que tratan de no hacer ruido o recogen un poco para ser menos obvios.
Aquí a los sin techo se les llama homeless - sin casa -. Los podemos llamar como queramos, pero se levantan con esto delante todos los días.
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