sábado, 15 de junio de 2013

Un viernes

Es viernes. A esa hora en la que el sol debería empezar a colarse en tu habitación, una colla de truenos te despierta con menor suavidad de la apropiada al final de una semana de largas horas de trabajo. Inmediatamente después, toda el agua del cielo cae sobre tu tejado de uralita generando un ruido ensordecedor en la habitación todavía en penumbras. El primer pensamiento que se te pasa por la cabeza es que anoche tuviste que calentar agua en la tetera para poder “ducharte”, si se puede llamar así a echarse agua encima - “barreñarte” sería más apropiado si existiera semejante palabro - porque llevo cuatro días sin presión suficiente para que el calentador escupa su cálido contenido.

Da más rabia ducharse (esta vez sí) con agua fría después de oír caer semejante cantidad de agua. El segundo pensamiento es para el coche. Recuerdas dónde lo dejaste anoche y lamentas que no esté dos metros más acá, justo donde cae el agua de la canalera, para que se duche con agua a presión al menos él.

Tras la ducha fría y comprobar que, as usual, tras la tormenta no hay luz en Ishaka, hace su impacto el tercer pensamiento: el café también va a ser frío. Algún día aceptaré que la ducha fría es incómoda pero sana  y environmentally friendly pero, el café, ardiendo, please, no hay otra. Pero hay hambre, así que frío va para adentro. Ayer jugué a baloncesto de nuevo (¿conseguiré seguir más allá de esta semana?) y todas las calorías de la cena han sido ya convenientemente dispuestas en los almacenes celulares pertinentes que se quedaron a cero con el intento de seguir a esos chavales por la cancha. No dejo de repetirme que la NBA le está haciendo mucho daño al baloncesto, y tanta floritura individual hace que se quede sin utilizar la mitad del potencial educativo de este grandísimo deporte, pero son buenos chicos, en forma y llenos de testosterona, por algún lado la han de dejar salir. Ayer uno nos rompió una canasta. A ver qué hacemos ahora con todo ese exceso de hormonas si solo podemos jugar en media cancha.

(doce horas más tarde)

Cerca de la universidad, en frente del labo mirando hacia el horizonte por el que se pone el sol pero abajo en el valle (un día de estos hago una foto y la añado) han hecho una balsa. Desde aquí se ve chiquitilla, pero algo es algo: por aquí no se ven ni balsas, ni acequias, ni canales, ni nada de todo aquello que los árabes nos enseñaron a los españoles allá por el siglo octavo. El caso es que a estas horas se oye un concierto de ranas (o sapos) que empieza a competir con los estudiantes cantarines. Tremendo concierto que ponen en escena. Me imagino que han tomado la balsa y se lo están pasando rana en la piscina.

Es viernes, son las ocho y media y el cerebro ya no se me centra. Me voy a casa con una pila de carpetas y una bolsa de “exámenes” (en realidad son trabajos, porque mis estudiantes se camelaron a mi principiante compañero para evitar el parcial) porque aquí los exámenes se meten en bolsas de plástico amarillas. Bueno, eso es ahora. Antes se metían en sobres gigantes de papel marrón. Se meten todos así en una bolsa y se llevan a "la “Habitación Central de Corrección” donde, sentados en mesas laaaaaargas distribuidas por toda la sala, todos los profesores deben corregir sus exámenes. Medidas anticorrupción. Yo a esa supuesta seguridad le veo agujeros por todas partes pero, como no me toca a mí, me conformo con torearlo como puedo. A mí las horas del día en que la dicha habitación está abierta me han dado en estas últimas dos semanas para poco más que dar clases y asistir a reuniones, revisar lo que iba a dar en las clases o lo que iba a presentar en las reuniones, así que hoy he pedido permiso para llevármelos a casa este fin de semana largo – el lunes es fiesta – a ver si les pego un buen repaso. A esos “exámenes” y a unas cuantas cosas más, les tengo que “dar un repaso”, pero eso va a ser a partir de mañana porque hoy el cerebro ya no me funciona más. Con suerte llegaré a casa y añadiré lo que he escrito esta mañana sobre el papel al inicio de este post. O ni eso…

nota1: No enchufé el ordenador. El texto ha pasado más de dos semanas esperando en el folio.

nota2: La canasta estaba arreglada al día siguiente, lo cual prueba muchas cosas en las que no voy ni a molestarme en entrar ahora mismo.

IMAG0266

Vistas desde la puerta del labo. La balsa de está a la izquierda, abajo.

PD: El mismo viernes que empecé esta entrada empecé esta otra en inglés para el blog de CIRTL, también sobre el viernes, pero hablando de otros asuntos.

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