viernes, 3 de mayo de 2013

Exámenes

Viernes noche. De tanto procrastinar o a base de acumular deadlines se me ha quedado para el último momento acabar de escribir un proyecto que debo presentar mañana para intentar conseguir dinero para que un par de estudiantes hagan su trabajo de final de carrera en el laboratorio. Me he quedado en la oficina a surfear internet ahora que paree que la conexión va bien y, cuando la barrera del dinero no me lo impide, seguir bajando artículos sobre esquizofrenia, sus motivos y sus desarreglos.

El lunes empiezan los exámenes parciales. Uno de los grupos de estudiantes cristianos lleva cuatro horas cantando aleluyas y amenes con micrófonos, palmas y gritos espontáneos como acompañamiento, y están montando un jaleo en pleno campus digno de un concierto de los Rolling Stones. Digo yo que estarán rezando para que el altísimo les ilumine la semana que viene cuando les planten delante los exámenes. Ya no es que para mí sería más efectivo haberse pasado la tarde estudiando o, al menos, haberse ido dormir pronto para levantase mañana en disposición de darse un palizón de fin de semana estudiando. Cada uno es libre de elegir su estrategia para pasar los exámenes. Pero esta gente no se da cuenta de que no solo han elegido por ellos. No creo que haya ningún estudiante en el campus capaz de estudiar o dormir con semejante estruendo al lado.

Dicen que la constitución defiende la libertad religiosa y por eso, tanto cristianos como musulmanes como cualquier otro grupo que se presentase –aunque hay variedades de ambos, hasta donde yo sé creo que solo tenemos esos dos grupos por aquí -, tienen derecho a sus celebraciones EN el campus. Yo siempre he incidido más en la tenebrosa línea en la que la libertad de uno empieza a molestar al de al lado. Cuando tu elección supone imponer a los demás tu mismo destino, tus acciones solo se pueden definir como puro egoísmo y falta absoluta de respeto por los demás. En la última discusión de resultados, casi la mitad de los estudiantes de primer y segundo año se quedaron atrás, expulsados u obligados a repetir o empezar de cero por no alcanzar la nota mínima para continuar. El baremo no se puede bajar. Esta gente va a tener vidas en sus manos. Los primeros graduados de la facultad están recibiendo elogios allá donde van por su capacidad y profesionalidad. Si hemos de dejar otra vez a la mitad fuera en la próxima criba o no, está, entre otras, en manos de quienes a estas horas ya no cantan pero aún tienen los speakers con música a todo volumen.

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